La mejora de la infraestructura de TI está ahora directamente asociada con la cuestión de la deuda técnica. Se trata de lo que se acumula cuando los equipos de TI dan prioridad a satisfacer las demandas actuales, en lugar de anticipar las necesidades de rendimiento futuras. Esto incluye el mantenimiento y las actualizaciones pospuestos en favor de otros proyectos o prioridades. Esto puede generar altos costos futuros cuando ya no se puedan evitar las actualizaciones, especialmente cuando una solución llega al final de su vida útil.
Por ejemplo, muchas empresas siguen utilizando Windows Server 2012, aunque Microsoft había fijado el final de su vida útil para octubre de 2023. ¿El motivo? Prefieren posponer sus inversiones o no tienen los medios para actualizarlas. Y hay muchos otros sistemas que se mantienen así bajo asistencia respiratoria. Las empresas tardan en reemplazarlos, pero esto genera interrupciones en el servicio y la necesidad constante de soluciones tediosas que consumen recursos y continúan aumentando la deuda técnica.
La infraestructura, un activo físico como cualquier otro
Este tipo de decisiones, intencionadas o no, aumentan la deuda técnica. Pero también hay que echarle la culpa a la forma en que lo presenta el departamento de TI a los equipos financieros. Sin embargo, para reducir el impacto del envejecimiento de la infraestructura, es mejor presupuestar las inversiones necesarias que gestionarlas como simples actualizaciones. Tomemos el ejemplo de un edificio escolar que contiene amianto. Para remediar la situación, el establecimiento debe encontrar fondos y presupuesto para modernizar la escuela o encontrar otra. Desde el punto de vista financiero y de gestión de riesgos, el edificio se convierte en un bien inútil y peligroso del que hay que deshacerse. Considerar la infraestructura TI como cualquier otro activo físico cuyo mantenimiento en algún momento resulta demasiado caro o peligroso facilita la obtención de los presupuestos necesarios. La dirección general o la DAF consideran entonces, de hecho, que representa un riesgo para la organización.
Pero hoy en día, los ejecutivos no ven así la infraestructura de TI obsoleta. Y esto, principalmente por culpa del propio departamento de TI. De hecho, este último ha presentado durante mucho tiempo sus solicitudes de actualizaciones de hardware y software en líneas presupuestarias separadas, con argumentos técnicos que, además, rara vez se dirigen a los directores financieros. Para que ya no se le rechacen presupuestos de inversión centrados en la reducción de la deuda técnica, el departamento de TI debe favorecer las justificaciones vinculadas al riesgo incurrido y a la estrategia empresarial.
Por ejemplo, en lugar de pedir la actualización de un servidor dedicado a las ventas porque su procesador se está saturando, es mejor hablar de la consiguiente pérdida de facturación. La máquina ya no puede seguir el ritmo del crecimiento del volumen de ventas y, por tanto, pierde mil transacciones por minuto. En otra situación, en lugar de pedir inversiones en un enfoque de confianza cero, los CIO pueden explicar cómo la estrategia de descentralización crea una mayor vulnerabilidad en los puntos de acceso. Esto expone a la empresa a violaciones de seguridad que amenazan tanto sus ingresos como su reputación, y que también conducirán a aumentos en las primas de responsabilidad civil y cibernética. Y, argumento definitivo si alguna vez los hubo, según Informe McKinsey 2022la facturación de las estructuras que se ocupan seriamente de su deuda técnica podría incluso aumentar un 20% más que otras.
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