Dentro de la administración tributaria, la tecnología se ha convertido en una herramienta para rastrear a los defraudadores. Más precisamente, una herramienta para orientar mejor los controles en situaciones potencialmente conflictivas. Pero, ¿es realmente eficaz este arsenal tecnológico? Ésta es la pregunta a la que el Tribunal de Cuentas intenta responder en un informe de iniciativa ciudadana (en PDF). Como la mayoría de los países de la OCDE, Francia "utiliza ahora intensivamente todos los datos fiscales, declarativos o de inteligencia, para establecer la programación de controles formales que luego serán notificados a los contribuyentes", señala el Tribunal de Cuentas.

Este arsenal se basa, en particular, en el programa Fraud Targeting and Request Valuations (CFVR). El sistema, que se implementó por primera vez en las declaraciones de las empresas, se fue extendiendo gradualmente a los particulares. Continuando desde 2019, representa un gasto de poco más de 21 millones de euros. El programa, que emplea a 31 científicos de datos especializados, utiliza algoritmos para establecer listas de archivos sospechosos, basándose en indicadores dirigidos a 50 riesgos fiscales. El cálculo de estos riesgos se basa en discrepancias “entre las declaraciones de los contribuyentes con los datos en poder o con las estimaciones estadísticas elaboradas por la administración tributaria. » En 2022, el uso del cruce de datos fue fuente de 155.000 propuestas de control de personas físicas, tres veces más que en 2018.

Índice
  1. Suelo innovador: detectando suelo no declarado
  2. Estimación del fraude fiscal: un “punto ciego persistente”
  3. Ganancias de eficiencia
    1. En la trastienda, un back office anticuado

Suelo innovador: detectando suelo no declarado

Para complementar los datos de que dispone, la administración tributaria también ha desplegado proyectos adicionales, basados ​​en “métodos de análisis y procesamiento estadístico”. Aquí encontramos, por ejemplo, el modelo para estimar el valor razonable de las ventas de inmuebles, el uso de gráficos para modelar redes de relaciones entre individuos o incluso el innovador programa Land. Este proyecto, confiado a Capgemini y Google (con un coste estimado de casi 26 millones de euros en 3 años), tiene como objetivo, analizando imágenes aéreas del IGN con herramientas de inteligencia artificial, detectar construcciones no declaradas. Y, antes que nada, las piscinas. Considerada concluyente en los 9 departamentos donde se puso a prueba (con la detección de 20.000 piscinas no declaradas y la recuperación de 10 millones de euros de ingresos hasta la fecha), Innovative Land Management se extendió, a finales de 2022, a todo el territorio. . Bercy también está ultimando su recopilación de datos abiertos, a través de un experimento sobre la explotación de contenidos de libre acceso en las redes sociales.

Si se perfecciona el arsenal tecnológico, ¿es efectivo? En otras palabras, ¿permiten estos proyectos mejorar la lucha contra el fraude fiscal de las personas físicas, ya que el informe del Tribunal de Cuentas sólo cubre este aspecto? Sobre este punto esencial, los sabios de la calle Cambon expresan sus dudas. Creen que, “a pesar del aparente poder de sus herramientas”, los beneficios de la estrategia tecnológica de Bercy son difíciles de medir. En primer lugar, porque su implantación se produce de forma concomitante con la generalización del precompletado automático, “lo que dificulta o arriesga la declaración de elementos deliberadamente erróneos”.

Estimación del fraude fiscal: un “punto ciego persistente”

Además, señala el Tribunal, para estimar la eficacia de las tecnologías es necesario disponer de una estimación del alcance del fraude fiscal y de su evolución. Sin embargo, subraya el informe, “a diferencia de muchos países, Francia no realiza ninguna evaluación rigurosa del fraude fiscal, ni siquiera de la brecha fiscal (diferencia entre el impuesto normalmente adeudado y el importe pagado, nota del editor). Se desconoce la magnitud de cada uno de estos dos fenómenos, incluso reducidos a un orden de magnitud”. Una laguna que el Tribunal de Cuentas califica de punto ciego persistente. Por último - y se trata de otra laguna importante - Bercy no ha construido un indicador de resultados que permita controlar la eficacia de las detecciones realizadas por los instrumentos estadísticos: "los indicadores de actividad y los puntos de referencia de la DGFiP se refieren a lo realizado y no relacionan los motivos que ha llevado a programar estos controles y sus resultados", subraya el informe, que precisa, sin embargo, que esta laguna está a punto de colmarse con la evolución en curso (véase el recuadro).

Más cruel aún, la estrategia actual de Bercy, que consiste en orientar los controles en función de los riesgos identificados en lugar de sistematizarlos en la cima de la pirámide de declarantes, sólo produce marginalmente un retorno de la inversión directo, es decir, un aumento de los importes recuperados. En 2021 y 2022, Bercy reclamó, después del control, 13.400 millones de euros y 14.600 millones de euros respectivamente, incluidos 5.100 y 5.200 millones de euros de particulares. Diez años antes, en 2012 y 2013, estos totales ascendieron a 14.400 y 14.600 millones de euros, incluidos 4.600 y 4.400 millones de euros reclamados a los contribuyentes. Para el Tribunal de Cuentas, “las grandes novedades que afectan a la gestión de los impuestos personales no han modificado el orden de magnitud de los importes reclamados por las autoridades fiscales tras los controles. »

Ganancias de eficiencia

Además, como destaca el informe, la proporción de expedientes sujetos a ajuste dentro de los expedientes controlados se ha mantenido en torno al 55% desde 2018, "impidiendo que se consiga un marcado salto cualitativo en la estrategia de control". Por otro lado, conocemos el porcentaje de controles realizados en 2022 gracias al cruce de datos: poco más de una cuarta parte. “Efectuado por un equipo de siete agentes, el aumento de productividad asociado al cruce de datos masivos es probable, si no cuantificable, debido a la falta de datos precisos sobre las tareas asignadas a la detección durante el período 2017-2021”, indica la Corte.

Las ganancias de eficiencia aportadas por las herramientas tecnológicas también son evidentes en las relaciones con los contribuyentes, según el Tribunal, quienes tienden a rectificar ellos mismos sus datos después del intercambio con la administración "sin que sea necesario iniciar una auditoría formal". Entre 2012 y 2022, Las auditorías documentales relativas al impuesto sobre la renta y al impuesto sobre la propiedad disminuyeron un 22 y un 41% respectivamente.