Los investigadores identifican expresiones faciales en ratones
hace 4 años
Los investigadores han identificado con éxito diferentes expresiones faciales en ratones. Lo más importante es que les permitió identificar algunos de los mecanismos subyacentes al control de las emociones en ratones. Con conclusiones que quizás en última instancia podrían aplicarse a los humanos.
Es una experiencia bastante única y absolutamente fascinante la que llevaron a cabo los investigadores alemanes del prestigioso Instituto Max-Planck en Martinsried. En un artículo de investigación publicado en Science y transmitido por Sciences & Avenir, el equipo de Nejc Dolensek logró no solo identificar varias expresiones faciales muy específicas en ratones, sino también identificar circuitos nerviosos vinculados a las emociones por los mismos. oportunidad!
En 1872, Charles Darwin ya estaba sugiriendo que las emociones de los animales y los humanos podían entenderse mejor a través de las expresiones faciales; no creía estar hablando tan bien. Para lograrlo, los investigadores apuntaron con una cámara al hocico de los ratones. Luego los colocaron en diferentes situaciones, a veces neutrales, a veces agradables, a veces estresantes, y analizaron el menor movimiento desde las orejas hasta los bigotes. Después de horas de pruebas, necesarias para recuperar la mayor cantidad de datos posible, todos los datos se procesaron a través de un programa de aprendizaje automático. Este último revisó todos los movimientos en relación a una expresión neutra, llamada "descansando", y reunió los más similares dentro de las mismas categorías. Y lo mínimo que se puede decir es que el intento fue un éxito rotundo: el sistema identificó claramente expresiones de disgusto, alegría, dolor, miedo o incluso náuseas ¡en ratones!
Ejemplo con uno de los experimentos, que consistió en hacer beber agua azucarada a dos grupos de ratones, unos saciados y otros sedientos. Una de las autoras del estudio, Nadine Gogolla, explica que la expresión de alegría era mucho más marcada en los ratones sedientos. En otro experimento del mismo estudio, los ratones que probaron agua ligeramente salada habrían mostrado una expresión "Satisfecho”, Mientras que los que recibieron agua muy salada habrían mostrado una expresión "disgustado”.
Estas observaciones pueden parecernos obvias para nosotros como humanos, nosotros que interpretamos expresiones faciales muy pronunciadas durante todo el día, pero esta observación es cualquier cosa menos trivial y abre la puerta a una comprensión más precisa de estos mecanismos. Porque esta observación que se verifica en cada etapa del experimento les permite afirmar que efectivamente existe una correlación innegable entre el estado fisiológico de los ratones y la expresión facial que presentan. El experimento va aún más lejos: además de la cámara, los investigadores también colocaron un sensor en la cabeza de los ratones para registrar su actividad cerebral, y aquí es donde la experiencia se vuelve realmente impresionante.
Un protocolo concreto, resultados asombrosos y aplicaciones potenciales
En primer lugar, el equipo logró visualizar con precisión el nivel de activación de las áreas afectadas del cerebro, cuando las sintieron. Particularmente en un área llamada "corteza insular", que durante mucho tiempo se sospecha que juega un papel en las emociones, la conciencia o la adicción. Fue allí donde encontraron que la respuesta emocional no era una simple relación de causa y efecto desencadenada por un estímulo, sino un proceso extremadamente complejo, con patrones de activación muy diferentes en función de las distintas mezclas de. Expresiones Aún más fuerte: al hacer lo contrario y al estimular la corteza insular de una manera extremadamente meticulosa, ¡lograron provocar las diferentes expresiones faciales correspondientes en ratones!
Es un verdadero tour de force, que sin duda dará lugar a muchos estudios adicionales sobre la base de este trabajo. En la altamente compleja disciplina de la neurociencia, identificar las vías neuronales es un gran desafío que nos permite comprender cómo responde un organismo a los diferentes estímulos que recibe. Obviamente, este es solo el caso muy especial del mouse, pero todos estos mecanismos también están pensados para ser explorados en humanos a largo plazo. Y no es casualidad que también se esté estudiando a nuestros amigos roedores: es una apuesta segura que al menos algunos de estos mecanismos también están presentes en nuestro cerebro. Con la clave de innumerables aplicaciones potenciales en campos tan diversos como el tratamiento de adicciones, el manejo de estados depresivos o de ansiedad.
Alternativamente, también podría causar una marcada aceleración en la investigación básica sobre los mecanismos de la conciencia y las emociones. E incluso si el público en general no ve los resultados concretos en los próximos años, en cualquier caso será muy interesante seguir las publicaciones posteriores de este equipo y el resto de trabajos que se construirán a partir de este estudio.
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