La máscara transparente pronto se convertirá en algo común en el servicio público.
hace 4 años
La generalización del uso de la máscara plantea cada vez más problemas para determinadas profesiones, en particular a nivel de la comunicación. Esta es la razón por la que Educación Nacional quiere que sus funcionarios usen una máscara transparente.
Grandes ciudades, cines, espacios abiertos, aulas… Los lugares donde no es obligatorio llevar máscara son cada vez más raros. Accesorio esencial en la lucha contra la pandemia de coronavirus, la máscara también está demostrando ser un verdadero obstáculo para ciertos oficios. Por ejemplo, las personas en contacto habitual con personas sordas y con problemas de audición (logopedas, cuidadores de discapacitados, etc.) apenas pueden comunicarse con un accesorio que oculta la mitad de la cara. También conocidas como “máscaras inclusivas”, las máscaras transparentes se agregan a la larga lista de diferentes tipos de máscaras. Gracias a una banda de plástico transparente, se puede ver la boca y la expresión del interlocutor manteniendo el carácter protector de la máscara.
Mientras las empresas que lo necesitan luchan por conseguir suministros, la Educación Nacional acaba de realizar un pedido de varios cientos de miles de máscaras transparentes. Según Sophie Cluzel, secretaria de Estado a cargo de las personas con discapacidad, estas máscaras se distribuirán primero a los maestros que están a cargo de los estudiantes sordos, luego a todos los maestros de jardín de infantes y finalmente a todo el personal del servicio público en contacto con el público. Cabe señalar que hay 385.000 niños con discapacidad que regresaron a la escuela la semana pasada, un 6% más que al inicio del año escolar 2019. Para todos los estudiantes y en particular para aquellos con alguna discapacidad, una máscara que oculta el rostro puede sesgar el aprendizaje del lenguaje y la lectura.
La generalización de la máscara transparente, sin embargo, se topa con un obstáculo, su precio: en promedio es de 10 euros, o el doble que para una máscara de tela llamada “barrera”. El gobierno se ha asegurado de acelerar la aprobación de estas máscaras y espera bajar su precio ante la creciente demanda. 100.000 de estas máscaras deben fabricarse a fin de mes, para estar disponibles "en algún momento del otoño", según la Sra. Cluzel.
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