es 42 grados centígrados, no ha llovido durante semanas y el riesgo de un incendio forestal es grave. En este rincón polvoriento del sureste de España en agosto, la hierba se ha vuelto amarilla y los campos de cereales se están muriendo de calor después de meses sin lluvia. Caminando por la carretera, se siente como si su piel se estuviera quemando por el calor.
Pero en las afueras de Ribarroja, un pequeño pueblo cercano a Valencia, hay una línea de defensa inusual ante un posible incendio. Sobre los árboles cerca del borde de la ciudad se cierne una serie de enormes torres verdes que se asemejan a farolas. Actúan como gigantescos rociadores de agua, bañando los árboles y las plantas de bambú con agua reciclada para reducir la posibilidad de incendios. Se abastecen con agua reciclada de las casas cercanas de Ribarroja y la vecina Paterna.
Se trata del mayor sistema de defensa contra incendios forestales de Europa, formado por 40 torres que rodean las localidades, la mayor con 24 metros de altura. Conocido como el proyecto Guardian, protege las áreas urbanas rodeadas de árboles u otra vegetación de los efectos devastadores de un incendio forestal al hidratar la vida vegetal, creando una barrera natural. Con el cambio climático aumentando la amenaza de incendios forestales en todo el continente, las defensas al estilo Guardian podrían convertirse en un elemento fijo de las zonas de alto riesgo de Europa en el futuro.
Regar la vegetación puede retrasar la propagación de un incendio porque las plantas que contienen una mayor cantidad de humedad requieren más energía de un incendio forestal. Otros factores afectan la propagación de un incendio forestal (la velocidad del viento es crucial, por ejemplo), pero, en general, cuanto más seca esté la vegetación, más rápidamente el fuego consumirá el paisaje.
“El agua consume parte de la energía de un incendio”, dice Ferrán Dalmau, director ejecutivo de la consultora de incendios forestales Medi XXI GSA, que desarrolló el sistema Guardian. “Si una planta está mejor hidratada, ralentizará el fuego”. Pero Dalmau advierte que el sistema no apagará un incendio. Guardian puede reducir la velocidad y ayudar a controlar un incendio, pero no reemplaza la necesidad de que intervengan los servicios de bomberos.
De hecho, escondida entre la maleza se encuentra la segunda línea de defensa de Guardian: una serie de sensores. Estos pasan información a las autoridades locales de bomberos en tiempo real, 24/7, sobre los niveles de humedad de las plantas y el riesgo de incendio resultante. Con base en esta información, los servicios de bomberos se ponen en un nivel más alto de alerta si aumenta el riesgo. Los ciudadanos también pueden recibir actualizaciones sobre el riesgo de incendio a través del servicio de mensajería Telegram.
Habiéndome mostrado el sistema Guardian in situ, Dalmau me lleva a su oficina y me muestra cómo, gracias a estos sensores, el sistema puede indicar las zonas que podrían verse afectadas por un incendio, además de simular cómo podría evolucionar el fuego. Dalmau me muestra una infografía de la zona que acabamos de recorrer. El área regada es de color marrón, lo que significa que es más segura, pero a su alrededor el resto es de color rojo brillante, lo que significa que estaría en máximo riesgo de incendio. Un algoritmo calcula los riesgos de incendio.
Tras una sequía prolongada y temperaturas abrasadoras, 2022 ha sido el peor año de incendios forestales en España. En lo que va del año, se han quemado 275.000 hectáreas, aproximadamente cuatro veces el área de la ciudad de Nueva York, que es más del cuádruple del promedio anual del país, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales. Decenas de miles de personas se han visto obligadas a evacuar sus hogares debido a los incendios.
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