En un estudio, la compañía de servicios digitales de Atos entrevistó a 4,000 líderes empresariales sobre el progreso de sus proyectos de descarbonación. Resulta que actualmente, más del 50 % de ellos creen que "datos confiables y precisos" es esencial para la implementación de una estrategia para reducir las emisiones de carbono. Del mismo modo, el 75 % de los encuestados consideran que sus informes sobre el impacto ambiental deben ser reforzados por una herramienta para medir las emisiones. Sin embargo, el 20 % de las empresas afirman que no tienen tecnologías apropiadas para llevar a cabo su descarbonación y casi un tercio cree que aquellos que tienen se beneficiarían de ser mejorados.

Nube, una forma de reducir GEI

Ante esta situación, la encuesta respalda el hecho de que el uso de la nube, la IA, el aprendizaje automático, el IoT o incluso las herramientas analíticas permitirían desarrollar soluciones que participarían en gran medida en el éxito del invernadero de estrategias de reducción emisiones de gas (GEI). Por ejemplo, recurrir al análisis predictivo "evitaría el mal funcionamiento de una máquina y aumentaría su tiempo de disponibilidad y su productividad al tiempo que reduce el consumo de energía y los costos asociados". Actualmente, siete de cada diez líderes consideran que la nube podría acelerar el logro de su transmisión neta cero de dos años o más. Al mismo tiempo, el estudio también enumera otras dificultades encontradas por las empresas al establecer una estrategia de descarbonación: la falta de compromiso por parte de los departamentos, incluidos DSI, mencionado por el 39 % de los encuestados y la falta de empleados con habilidades adecuadas. El 55 % de los encuestados incluso cree que el uso de un consultor externo es necesario para reducir las emisiones de su negocio.

¿Una estrategia establecida, pero sin medir su impacto?

Según el estudio, el 96 % de las empresas han definido objetivos para reducir su huella de carbono. Sin embargo, solo la mitad de ellos realmente mide sus emisiones de alcance 1 (emisiones directas, de combustibles fósiles) y 2 (emisiones indirectas de consumo de electricidad y redes de calor/frío). Por lo tanto, la ruta queda por recorrer para otros, lo que una vez más subraya la necesidad de implementar indicadores y herramientas precisos.