Una página pasa y se abre otra. La que está acabando en Intel es la jubilación de Stéphane Negre, jefe de la actividad francesa desde hace más de una década. Para sucederle, el fundador eligió a Erwan Montaux, quien durante una presentación a la prensa precisó que ahora tiene dos funciones, “ambas a cargo de las actividades de HPC, del mercado de Defensa y de la aeronáutica en la zona EMEA, y durante varias semanas de la dirección de Intel. Francia. El hombre conoce bien la empresa después de haber trabajado allí durante 18 años en varios puestos, incluido el de director de ventas de la actividad del sector público y corporativo, director de EMEA del sector de industrias minoristas, hoteleras y de productos de consumo.
Una orientación empresarial mostrada
Y las profesiones son claramente una orientación del nuevo director de Intel Francia. “La organización se centra menos en países o tecnologías, sino en profesiones. Una elección dictada por nuestra transformación y la de nuestros clientes”, observa. Para apoyarlos, el grupo se estructura en varias divisiones, incluidos centros de excelencia, “que son responsables de proporcionar experiencia a las profesiones”.
Intel se centra en determinados sectores verticales como la banca, las telecomunicaciones, la defensa, el sector público, pero también la energía y la industria de redes. Sobre este último, Nicolas Robin, ex director de innovación de Veolia, “aportará soluciones a las empresas combinando los ladrillos tecnológicos que ofrece Intel para diferentes proyectos como la digitalización de la red eléctrica, el mantenimiento predictivo, la central eléctrica virtual, el seguimiento de la biodiversidad. , etc.”. Los centros de excelencia contarán con la ayuda de la división comercial que también se está verticalizando para abordar mejor los diferentes mercados.
Expertos en tecnología de apoyo
Si la atención se centra en las profesiones, Intel no olvida su negocio principal, que es la tecnología, con una nueva entidad denominada CTO (director de tecnología) dirigida en la zona EMEA por Jean-Laurent Philippe. “Reúne a todos los expertos en todas las tecnologías Intel capaces de ayudar a los equipos de los centros de excelencia a posicionarse en los productos”, nos dice el directivo.
Dentro de este grupo existen varias divisiones, “una más orientada al público en general con temas relacionados con las tarjetas gráficas ARC, una llamada Datacenter & Intelligence que se centrará en Xeon Scalable, aceleradores de carga de trabajo, la llamada Accelerated Graphic se centrará en HPC e IA y finalmente Network & Edge tendrá como objetivo reducir el costo o mejorar el rendimiento de mover datos en la nube maximizando el uso del borde.
Ambiciosos en los nodos de producción
Erwan Montaux también insistió en la actividad de fundición, denominada IDM 2.0, “tenemos la ambición de 5 nodos de producción en 4 años. Para Intel4, la producción comenzará a finales de año; Se espera Intel3 para 2024, y para 20A y 18A tendremos que esperar hasta 2025”. Intel también inicia su producción por cuenta de terceros: “se están probando más de treinta chips, en particular en el nodo 18A”, subraya el directivo. Procesos de fabricación del orden de angstroms que supone la compra de tecnología litográfica ultravioleta a la holandesa ASML por varios millones de dólares. Esta actividad de fundición para otras empresas generó unos ingresos de 900 millones de dólares en 2022 y la cartera de pedidos se estima en 4.000 millones de dólares. “Estamos en conversaciones con unos quince clientes”, continúa Erwan Mataux.
Una ambición que requiere inversiones sobre todo en Europa, “el 80% de los chips se producen hoy en Asia”, desliza Erwan Montaux, retomando el argumento de Pat Gelsinger, CEO de Intel durante el anuncio del plan para Europa. “Necesitamos un reequilibrio”, añade el líder francés. Las inversiones prevén la creación de una megafab en Alemania que se ha retrasado: “la primera piedra debería colocarse en 2024”, asegura Erwan Montaux. Asimismo, el grupo está ampliando su fábrica en Irlanda, en Leixlip, cerca de Dublín. Una inversión de casi 30 mil millones de dólares.
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