Tras el fracaso de la ventanilla única, destinada a centralizar los trámites comerciales, otro proyecto de Bercy está en serios apuros: el de la generalización de la facturación electrónica. Pero esta vez, a diferencia de la experiencia con la GUFE (ventanilla única electrónica para trámites comerciales), el gobierno ha optado por darse tiempo. Mucho tiempo.
Mientras que el calendario inicial preveía que todas las empresas en Francia pudieran recibir facturas electrónicas el 1 de julio de 2024, la Ley de Finanzas 2024, publicada en el Diario Oficial el 29 de diciembre de 2023, pospone ahora este plazo al 1 de septiembre de 2026. En el horizonte, las grandes empresas y las ETI también deben poder cumplir con sus obligaciones de presentación de informes electrónicos, la transmisión automática de datos de transacciones a la administración tributaria, otro requisito previsto por la reforma. El artículo 91 de la Ley de Finanzas estipula además que las PYMES y las VPE tendrán un año adicional para cumplir. El nuevo calendario prevé, por último, un margen de maniobra adicional de tres meses para la entrada en vigor de estas distintas obligaciones, plazo que podrá implementarse mediante decreto.
El retraso de la plataforma del Estado
Activada o no esta opción, el cambio de calendario es mucho mayor de lo que esperaban los implicados en la factura electrónica. El pasado mes de septiembre, la editorial Basware indicó que inicialmente había contado con un aplazamiento de 6 a 8 meses, antes de decidirse por un retraso mucho más importante. "Todos los planes de negocio se retrasan dos años", lamenta Olivier Taligault, director del programa regulatorio de la editorial que, en el marco de la reforma, pretende convertirse en PDP. Detrás de esta sigla se encuentran las Plataformas de Desmaterialización de Socios, soluciones privadas diseñadas para conectarse a la plataforma del Estado para gestionar el flujo de facturas electrónicas de las empresas.
Sin embargo, precisamente esta plataforma estatal, que es la piedra angular del sistema imaginado por Bercy, llega tarde. Inicialmente prevista para finales de 2023, para realizar pruebas de conexión con los PDP, la apertura del Portal de Facturación Pública (PPF) -nombre oficial de esta herramienta- ha sido pospuesta hasta el otoño de 2024; En cualquier caso, este es el plazo que se anunció durante una reunión organizada por la DGFiP el pasado mes de septiembre. El objetivo luego se expresó: continuar el desarrollo del PPF en 2024, lanzar una fase piloto a lo largo de 2025 para la producción a partir de marzo de 2026.
Por tanto, el calendario de entrada en vigor de la reforma se retrasa algunos meses con respecto a los plazos técnicos comunicados por Bercy. ¿Una señal de cautela por parte de la administración al implementar una reforma considerada unánimemente compleja por las empresas? ¿O un indicio de un nuevo retraso en el desarrollo del PPF, un proyecto confiado a un organismo dependiente del Ministerio de Hacienda, la AIFE (Agencia Estatal de Informática Financiera)? En cualquier caso, estos repetidos cambios de calendario poco tranquilizan a las empresas que han comenzado a invertir en este proyecto, que implica modificar numerosos procesos financieros y aplicaciones internas, ni a los editores y start-ups que han invertido para desarrollar plataformas de desmaterialización adaptadas. a la reforma.
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