China inventa el motor a reacción de plasma

Cuando el tráfico aéreo, actualmente reducido durante varios meses, vuelva a la normalidad, ¿iniciará el camino hacia la neutralidad de carbono abierto por esta nueva invención china? Un estudio reciente publicado en la revista científica estadounidense AIP Advances podría proporcionar una respuesta. Investigadores e ingenieros del Instituto de Ciencias Tecnológicas de la Universidad de Wuhan, ahora infame foco de la pandemia COVID-19, afirman haber desarrollado un turborreactor capaz de propulsar una aeronave, como un avión, sin utilizar combustible contaminante y derivado de combustibles fósiles. La mayoría de las veces, un avión está propulsado por un motor turborreactor que mezcla aire y un combustible como el queroseno y los quema. Esta combustión genera, como en un motor de combustión interna de un automóvil convencional, una energía cinética que hace que la máquina avance.

Plasma: ¿el futuro de la propulsión aérea?

El turborreactor imaginado por estos investigadores no se basa en la combustión sino en la ionización de partículas mediante la electricidad. Su invención comprime el aire a una presión muy alta y lo lleva a una cámara de ionización por microondas. El aire comprimido e ionizado se convierte en plasma, que termina expulsado para producir el efecto propulsor deseado. El prototipo fabricado por ingenieros chinos en Wuhan permitió levantar e impulsar al aire una bola de acero de un kilogramo, gracias a toberas (conductos de propulsión de un motor o reactor) de 2,4 cm de diámetro. En la escala de un avión de tamaño completo, el empuje del prototipo sería comparable al logrado por un turborreactor convencional. En otras palabras, este propulsor de plasma podría reemplazar los motores contaminantes de los aviones actuales y reducir considerablemente sus emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, en 2015, un estudio estadístico argumentó que el transporte aéreo era responsable del 1,5% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en todo el mundo. Sin embargo, esta prometedora invención merece ser reproducida y probada a gran escala, para demostrar su eficacia a tamaño real.